La capacidad de los
medios de comunicación para construir las agendas públicas y políticas, es
decir su capacidad de visibilizar ciertos problemas y soluciones, mientras que
se deja de lado otros, implica un gran problema para la población. Esto genera
que se coloque una barrera al pluralismo político y cultural, y se socava la
calidad de la democracia. La concentración de la propiedad y el predominio en
el mercado mediático incrementa la influencia política de determinados grupos
de interés y se limita la diversidad de las voces y contenidos, especialmente
de los grupos regionales y locales.
El poder de los grupos
mediáticos hace que crezca cada vez más las posibilidades de que diversos
grupos de interés puedan influir en las agendas y en las decisiones políticas
de un país. El carácter presidencialista del sistema político peruano y
la ausencia de partidos y el clientismo entre políticos y empresarios de medios
permiten que estos grupos de mediáticos sigan creciendo. Incluso no se reformo
el sistema de medios cuando en los años 200-2001 se hicieron públicas las
relaciones de corrupción entre el gobierno de Fujimori y Montesinos y diversos
propietarios de canales de televisión, emisoras de radio y prensa escrita.
En otros países se han
creado marcos jurídicos que limitan la concentración mediática, incluida la
propiedad cruzada. En Francia, las empresas con una participación
de 20% en el mercado de la presna no pueden ser titulares de radio y/o
televisión. Además, el Estado subsidia con diferentes mecanismos a medios de
prensa para promover el pluralismo. Otro claro ejemplo es Reino Unido donde las
empresas que superan el 20% de participación no pueden ser titulares de
licencias de radio y televisión. Asimismo, el numero de licencias de radio y/o
televisión no pueden superar el 15% de audiencia promedio anual.
Un ejemplo más cercano
es el de Uruguay donde se viene desarrollando un amplio debate político y
público sobre una ley de servicios de comunicación audiovisual que busca
garantizar el derecho a la comunicación, el pluralismo político y cultural. Entonce
sí se puede hallar una solución para el caso peruano.
El primer gran paso
sería un debate sobre las implicancias de la concentración mediática para la
calidad de la democracia. Se debería proponer no solo diagnósticos y
alternativas en función de nuestra experiencia histórica, sino arreglos
institucionales que permitan equilibrar la libertad de expresión, el pluralismo
y la diversidad al establecer limites a la concentración.
Otra alternativa seria transformar
los medios de comunicación estatales en sistemas públicos, plurales y con
capacidad de producción descentralizada al servicio de la ciudadanía. Estos
medios públicos tendrían autonomía de los gobiernos de turno y con niveles de
financiamiento público que les permita mejorar sus capacidades de producción y
cobertura.
Comentarios
Publicar un comentario